La generación espontánea antiguamente era una creencia profundamente arraigada descrita por Aristóteles. La idea de que la vida se estaba originando continuamente a partir de restos de materia orgánica se estableció como lugar común en la ciencia. Hoy en día la comunidad científica considera que esta teoría está plenamente refutada.
La autogénesis se sustentaba en procesos como la putrefacción. Es así que de un trozo de carne podían generarse larvas de mosca. Precisamente, esta premisa era como un fin de una observación superficial, ya que —según los defensores de esta corriente— no era posible que, sin que ningún organismo visible se acercara al trozo de carne aparecieran las larvas, a menos que sobre esta actuara un principio vitalgenerador de vida.
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