Según Oparin, las condiciones existentes en los primeros tiempos de la historia de la Tierra, una atmósfera rica en hidrógeno, metano, amoníaco y vapor de agua, bombardeada constantemente por los rayos solares ricos en ultravioleta (entonces aún no existía la capa de ozono) y por las descargas eléctricas producidas durante las tormentas, hicieron posible la síntesis de multitud de moléculas orgánicas que cayeron en los océanos formando un “caldo” o “sopa nutritiva”, donde se fue acumulando.
La mayor o menor afinidad entre estas moléculas hizo que se fuesen asociando para crear estructuras más complejas en forma de esferas microscópicas huecas llamadas “coacervados”. Con el tiempo, se fueron autoseleccionando y sobrevivieron las que tenían capacidad autorreplicativa, que constituirían las primeras células.
Aunque nos pueda parecer un hecho imposible, hemos de tener en cuenta el factor tiempo.
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